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Constantino Ruiz Carnero

Director del periódico El Defensor de Granada, desde 1924 hasta julio de 1936, sería brutalmente ejecutado en los primeros días de la represión fascista en Granada.

           

Ligado a Granada desde la infancia

 

Constantino Ruiz Carnero había nacido el 8 de septiembre de 1887, en un pueblo de Jaén, Torre del Campo. Hijo de un médico-cirujano, recorrería muy tempranamente el camino hacia Granada, ciudad más propicia por tener Universidad para adquirir cualquier tipo de formación profesional o estudios superiores.

No se sabe exactamente la fecha de su llegada a Granada, tras producirse la muerte del padre y  la partida de su hermano mayor a Barcelona. Dña Lucía Carnero, ya viuda, se trasladará a Granada con Constantino y sus dos hermanas menores, Paulina y María Luisa. Al parecer el muchacho quería estudiar para periodista; estudios que curiosamente nunca llegó a realizar. Su vocación no dejaría de materializarse por este inconveniente: con sólo 17 años su firma aparece ya en otro periódico de Granada, El Noticiero Granadino. Era el año 1904.

 

El Defensor de Granada

 

Constantino Ruiz Carnero comienza a trabajar como redactor de este periódico, fundado por Luis Seco de Lucena, en 1880, a la edad de 28 años, en el año 1915. Desde este puesto como redactor irá curtiendo su formación hasta convertirse en una de las señas de identidad del periódico.

La experiencia le permite indagar en la realidad que le rodea, tomando conciencia y posición frente a los problemas de su tiempo. El caciquismo como fenómeno global, más allá del modelo de tenencia de la tierra, mediatizaba la vida política y cultural, a la vez que condenaba a una vida miserable a los jornaleros y socavaba cualquier medida de progreso y despegue de la economía agraria.

La denuncia del caciquismo será una de las constantes en los escritos de Constantino y, a medida que su personalidad y trabajo se vayan consolidando, será impronta en la línea editorial del propio Defensor de Granada. Su compromiso se hizo presente desde el primer momento: en el mismo año de su incorporación al periódico, publica “La navaja del cacique”; la cosa prometía.

Ligado a las ideas de progreso, desde las páginas del periódico se informa a la ciudadanía de las actividades políticas, ideológicas o culturales que se van produciendo. Impacta el gran despliegue desarrollado por El Defensor para dar cobertura informativa del mitin que Pablo Iglesias pronuncia en Granada, en el verano de 1915.

Al salir a la luz pública “El Ideal Andaluz” de Blas Infante, Constantino no duda en identificarse con él, escribiendo, durante 1916, toda una serie de artículos sobre el tema. De esta forma los lectores podían estar informados de las novedades que se producían, fuera y dentro de Granada, en el campo de aquellas ideas que pretendían modificar las viejas estructuras y suponían un revulsivo intelectual.

Como es de imaginar, ninguna de estas actividades pasaron desapercibidas entre los terratenientes granadinos ni entre los burgueses reaccionarios. Fueron “anotándolas” pacientemente hasta que llegó el momento de pasarle la factura.

El 25 de mayo de 1924, con 37 años, es nombrado director del periódico. Se reconocía así la labor y el sacrificio realizados por el joven Constantino. No era una vida fácil la suya. Un modesto sueldo, una modesta vida de pensión cerca del periódico, la soledad familiar al marchar su madre y hermanas a Barcelona, el esfuerzo para seguir ayudándolas económicamente, etc.

El apoyo y gratitud de muchos granadinos al conocerse el nombramiento le reconfortan para seguir en su tarea, ahora con mayor responsabilidad y posibilidades de actuar.

El Defensor de Granada vivirá un importante desarrollo tecnológico, alcanzando dos ediciones diarias, algo inaudito para un medio de comunicación provinciano, que le permitió competir con los poderosos medios madrileños.

El periódico se convierte en leal defensor de la causa republicana y crítico severo de la monarquía borbónica, influyendo en amplios sectores de la ciudad y provincia. El 28 de septiembre de 1930, El Defensor cumple 50 años, ha puesto en la calle 27.124 números, a un precio de 10 céntimos el ejemplar.

 

La Granada de la intelectualidad progresista y republicana

 

No resultaba difícil, en aquella Granada de 1920, que las gentes que compartían inquietudes, o los grupos que defendían determinados intereses, se encontrasen con frecuencia o supiesen dónde encontrarse. Ciudad pequeña y provinciana, apenas zarandeada por la Universidad, su clasismo se concretaba en ámbitos definidos de reunión de unos y otros.

En aquella Granada de cafés y tertulias, los más jóvenes hacen del Café Alameda su punto de encuentro. Ubicado en el centro de la ciudad, en la Plaza del Campillo, su ambiente variaba según las horas. Próximo a los teatros de la ciudad, también a la “manigua” (barrio donde se ubicaban las prostitutas), algunos cabarets y otros cafés tradicionales, era punto de encuentro madrugador de marchantes, gitanos y gentes vinculadas al comercio de ganado, dada su proximidad al Barrio del Humilladero.

En este lugar tan peculiar, y hoy desgraciadamente desaparecido, se configuró la Tertulia El Rinconcillo, que acogió a la joven intelectualidad progresista de la ciudad. Muchos nombres que se harían famosos con el paso de los años formaban parte de esta tertulia: escritores, pintores, escultores, periodistas, médicos,  poetas, etc.

Fueron “rinconcillistas”: Manuel Ángeles Ortiz, Ismael de la Serna,  Manuel Pizarro, Hermenegildo Lanz, los hermanos Fernández-Montesinos Lustau, Mora Guarnido, Francisco y Federico García Lorca; y, por supuesto, Constantino Ruiz Carnero, entre otros más.

Es de imaginar que su posición como redactor y luego director de El Defensor sirviera como plataforma para divulgar las inquietudes e iniciativas de los rinconcillistas. Y con el tiempo, también, para realzar el trabajo de aquellos que triunfaban fuera de Granada. El caso más palpable, el de su entrañable amigo, Federico García Lorca.

 

No hubo actividad rinconcillista en la que no participara en persona y de la que no diera difusión a través de El Defensor. Está presente en los homenajes que se organizan desde la tertulia, al poeta Soto de Rojas, al ensayista Ángel Ganivet, al músico Isaac Albéniz, etc. Cuando Federico estrena en Granada, en 1929, su obra de teatro Mariana Pineda, el homenaje que se realiza al dramaturgo es organizada por Constantino Ruiz Canero; siendo muchas las imágenes fotográficas que nos han quedado, en las que es palpable la relación y amistad de ambos en todos los períodos de sus cortas vidas.

Sus vivencias como rinconcillista también le servirían a él, sin ninguna duda, para ampliar el conocimiento de Granada y sus gentes; conocimiento que quedó reflejado a través de una serie de artículos irónicos que escribió y que se publicaron en el periódico bajo el título de “Siluetas”.

 

Momentos de posicionamientos y compromisos

 

La proclamación de la II República, el 14 de abril de 1931, puso en evidencia las graves contradicciones que arrastraba la sociedad española y las dificultades para sacar adelante el proyecto reformador y modernizador que la república representaba.

Constantino Ruiz Carnero, afiliado a Izquierda Republicana, fue elegido concejal del Ayuntamiento granadino, certificando así su compromiso político, más allá del compromiso intelectual.

En este período su vida sufre otros cambios. Muerta su madre pocos meses antes, sus hermanas e hijos abandonan Barcelona para regresar a Granada. Constantino deja la pensión y alquila un piso en la céntrica Carrera del Darro para poder albergarlos.

En 1931, aparece otro períodico, Ideal, que aglutinará a los sectores conservadores, encabezados por la burguesía terrateniente. Este nuevo diario, como era de esperar, se convertirá desde el principio en el gran opositor al El Defensor de Granada.

Durante la huelga general de 1934, numerosos políticos y sindicalistas son detenidos por la policía. La represión también llega a los sectores intelectuales. Sin ir más lejos, es detenido D. Alejandro Otero, quien fuera Rector Magnífico de la Universidad, y catedrático de Obstetricia. También son detenidos Wescenlao Guerrero y, por supuesto, Constantino Ruiz Carnero, entre otros. Permanecen presos hasta diciembre. Es tan sólo el aviso de lo que está por venir.

El 5 de julio de 1935, tras una crónica irónica publicada sobre un mitin de la CEDA en Mestalla, Francisco Rodríguez, presidente de Acción Popular en Granada, allana el domicilio de Constantino, siendo éste injuriado y golpeado, así como su hermana mayor cuando acude a auxiliarlo. El círculo se va cerrando.

Sus amigos reaccionan ofreciéndole un emotivo homenaje, periodistas de distinto signo ven en los ataques sufridos por el periodista una amenaza para la libertad de expresión.

Las elecciones de febrero de 1936, ganadas por el Frente Popular, tuvieron en Granada un desarrollo bien complicado. Las izquierdas denuncian el “pucherazo” de la derecha y tras días de una gran convulsión social y huelguística en la ciudad y provincia, tienen que volver a realizarse, ganando las candidaturas del Frente Popular. En dichos acontecimientos es asaltada y quemada la sede de Ideal, que no volverá a salir a la calle hasta julio, para participar activamente en el golpe fascista contra la legalidad republicana.

En este contexto, Constantino Ruiz Carnero, vuelve a la corporación municipal, siendo elegido Alcalde interino de la ciudad. En la toma de posesión afirma: “Venimos más republicanos que cuando salimos, para defender a la República y servir a la ciudad”. A pesar de las presiones recibidas por parte de los partidos políticos, para que acepte la titularidad de la Alcaldía e, incluso, la Presidencia de la Diputación Provincial de Granada, tal era su prestigio, Constantino rechaza ambas posibilidades y regresa a su actividad como periodista, abandonando su puesto como concejal el día 1 de marzo. Apenas le quedaban 5 meses de vida.

Como siempre, desde las páginas de El Defensor de Granada, se anuncia la próxima  llegada de Federico García Lorca a la ciudad. Era el 14 de julio de 1936.

 

Constantino Ruiz Carnero y su brutal asesinato

 

La furia represiva que se desencadena en Granada, a partir del 20 de julio de 1936, producto de la incapacidad de las autoridades republicanas para organizar la defensa de la legalidad, es sobradamente conocida. Había que dar una lección lo suficientemente contundente y ejemplificadora.

El 20 de julio es cerrado El Defensor de Granada, una de las primeras decisiones de las autoridades golpistas. El 22, Ideal publica la declaración del estado de guerra y la justifica y en su primera página anuncia a bombo y platillo que “En Granada, los comités de huelga serán fusilados”.

El 27 de julio es detenido en su domicilio Constatino Ruiz Carnero, siendo pronto trasladado a la Prisión Provincial, donde se hacinan más de 2000 detenidos. A estas alturas ya se han producido varios fusilamientos colectivos. A pesar del miedo que se vive en la ciudad es posible que mucha gente supiese lo que estaba pasando. A partir del 8 de agosto la represión toma una nueva dimensión, grupos de presos serán ejecutados como respuesta, dicen, a los bombardeos republicanos. No sabemos si Constantino estaba entre ellos. Seguramente sí.

Su sobrino, Jesús Fuster, un niño por entonces, pudo recoger posteriormente el testimonio de José María García Carrillo, amigo de su tío, y que compartió con él aquellos días de prisión. Según este testimonio, Constantino fue golpeado en la cabeza con la culata de un fusil, rompiéndole las lentes, cuyos cristales se clavaron en los globos oculares. Estuvo agonizando durante horas, sin que fuera atendido por sus carceleros. Lo subieron a un camión para llevarlo con otros al cementerio para fusilarlo, “pero no pudieron hacerlo porque al llegar ya había muerto”.

Desde entonces, Granada y sus gentes, no tienen quien las defiendan.

Fuente http://roeterojo.blogspot.com.es/2012/01/desde-hace-anos-la-asociacion.html

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